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UN DISPOSITIVO OBTIENE ENERGIA A PARTIR DEL SUDOR DE LA YEMA DE LOS DEDOS
colocado en la yema de los dedos, un nuevo dispositivo, delgado y flexible, recoge, del sudor de una persona mientras duerme, la energía necesaria para el funcionamiento de pequeños aparatos electrónicos portátiles.
Desde los relojes inteligentes hasta los monitores de salud, la tecnología portátil constituye, cada vez más, una parte integral de la vida cotidiana. Sin embargo, disponer de fuentes de energía adecuadas supone un reto.
Con el objeto de salvar este obstáculo, Joseph Wang y sus colaboradores de la Universidad de California en San Diego crearon un dispositivo que obtiene energía de las sustancias químicas, y del lactato en particular, presentes en el sudor de las yemas de los dedos. A diferencia de otras fuentes de energía alimentadas por la transpiración, esta no requiere el movimiento del cuerpo.
SACAR ENERGIA DEL WIFI
Los enrutadores de Internet disponibles comercialmente emiten ondas de 2,4 gigahercios, por lo normal para la comunicación inalámbrica entre aparatos, pero es posible darles un segundo uso como fuentes de energía. Lo ha demostrado un equipo de investigadores de Singapur y Japón en un estudio de viabilidad: su prototipo captaba la energía de esa banda de frecuencia y alimentaba con ella un led, sin que el led contase con una fuente adicional de energía, una batería por ejemplo, tal y como cuentan esos investigadores en nature communications. La energía permanentemente irradiada pero durante grandes lapsos de tiempo desaprovechada del wifi se podría así utilizar, al menos en parte.
EL GENERADOR DE NUMEROS ALEATORIOS MAS RAPIDO JAMAS CONSTRUIDO
un equipo de investigadores ha construido, a partir de un láser, el generador de números aleatorios más rápido fabricado hasta la fecha. El sistema aprovecha las fluctuaciones en la intensidad de la luz para generar aleatoriedad (un recurso crucial en aplicaciones como la encriptacion de datos y las simulaciones científicas) y podría dar lugar a dispositivos lo bastante pequeños como para caber en un solo chip.
Producir aleatoriedad es sorprendentemente difícil. Los algoritmos de los ordenadores convencionales pueden generar secuencias de números que parecen aleatorios en un principio, pero que con el tiempo tienden a mostrar pautas. Esto hace que sean predecibles (al menos en parte) y, por lo tanto, vulnerables a la decodificación.
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